lunes, 13 de abril de 2009

AMARSE CON LOS OJOS ABIERTOS - FRAGMENTO



Cuando las personas se encuentran con dificultades en la relación, tienden a culpar a su pareja. Ven claramente cual es el cambio que necesita hacer el otro para que la relación funcione, pero les es muy difícil ver que es lo que ellas hacen para generar los problemas, es muy común preguntarle a una persona en una sesión de pareja:

¿Que té pasa?-lo que me pasa es que él no entiende.

Y yo insisto:

¿Que te pasa a ti?

Y ella vuelve a contestar:

Lo que me pasa es que él es muy agresivo

¡Y yo sigo hasta el cansancio...!¿Pero que sientes tú?¿Que té pasa a ti?

Y es muy difícil que la persona hable de lo que le esta pasando, de lo que esta necesitando o sintiendo.

Todos quieren siempre hablar del otro.

Es muy diferente encarar los conflictos que surgen en una relación, con la actitud de revisar: "que me pasa a mí", que enfrentarlos con enojo, pensando que el problema es que estoy con la persona inadecuada.

Muchas parejas terminan separándose a partir de la creencia de que con "otro", sería distinto, y, por supuesto, se encuentran con relaciones similares, donde el cambio es sólo el interlocutor.

Por eso, frente a los desacuerdos vinculares, el primer punto es tomar conciencia de que las dificultades son parte integral del camino del amor. No podemos concebir una relación íntima sin conflictos.

La salida sería dejar de lado la fantasía de una pareja ideal, sin conflictos, enamorados permanentemente.

Es sorprendente ver cómo la gente busca esta situación ideal.

...Y cuando el señor x sé chá cuenta que su pareja no corresponde con ese modelo romántico ideal y novelesco, insiste en decirse que otros sí tienen esa relación idílica que él está buscando, sólo que él tuvo mala suerte... porque se caso con la persona inadecuada.(?)

¡NO!

No es así.

No se caso con la persona inadecuada.

Lo único inadecuado es su idea previa sobre el matrimonio, la idea de la pareja perfecta.

En cierto modo me serena saber que esto que no tengo, no lo tiene nadie, que la pareja ideal es una idea de ficción y que la realidad es muy diferente.

El pensamiento de que el pasto del vecino es más ver de o que el otro tiene eso que yo no alcanzo, parece generar mucho sufrimiento.

Quizá el aprender estas verdades pueda liberar a algunas personas de estos tóxicos sentimientos.

La realidad mejora cuando me decido a disfrutar lo posible, en lugar de sufrir porque una ilusión o una fantasía no se dan.

La propuesta es: "HAGAMOS CON LA VIDA POSIBLE... LO MEJOR POSIBLE..."

Sufrir porque las cosas no son como yo me las había imaginado, no sólo es inútil, sino que además es infantil.

Esta es pues la nueva propuesta, empezar a pensar la pareja desde otro lugar, desde el lugar de lo posible y no del ideal.

Por eso es que vamos a intentar ver los conflictos no sólo como un camino para superar mis barreras y poder acercarme así al otro, sino también como un camino para encontrarme con mi compañero, y por supuesto, a partir de lo dicho, como un camino para producir el transformador encuentro conmigo mismo.

Estar en pareja ayuda a nuestro crecimiento personal. La relación suma, por eso vale la pena.

Vale... la PENA (es decir, vale penar por ella). Vale el sufrimiento que genera vale el dolor con el que tendremos que enfrentarnos, y es valioso porque cuando lo atravesamos, ya no somos los mismos, hemos crecido, somos más concientes, somos más plenos.

Jorge Bucay -

viernes, 10 de abril de 2009

Sin querer


Sin querer la vida y yo llegamos bien
hasta aquí, hasta hoy
No pedí nacer pero bueno, aquí voy,
como vos, como todos

Amores que vienen y que van
Abrazo, llanto y despedidas
Sublime el sueño que me dejó
en el lugar justo donde estoy

Sin querer me tocó ser lo que soy
día y mes, también años
No pedí que hubiera esa noche de amor
que se fue hace tiempo

Caminos que nunca se tocan
y otros se cruzan al azar
Sublime el sueño que me dejó
en el lugar justo donde estoy

Leon Gieco

jueves, 9 de abril de 2009

Nadie encendía las lámparas


[Cuento. Texto completo]

Felisberto Hernández



Hace mucho tiempo leía yo un cuento en una sala antigua. Al principio entraba por una de las persianas un poco de sol. Después se iba echando lentamente encima de algunas personas hasta alcanzar una mesa que tenía retratos de muertos queridos. A mí me costaba sacar las palabras del cuerpo como de un instrumento de fuelles rotos. En las primeras sillas estaban dos viudas dueñas de casa; tenían mucha edad, pero todavía les abultaba bastante el pelo de los moños. Yo leía con desgano y levantaba a menudo la cabeza del papel; pero tenía que cuidar de no mirar siempre a una misma persona; ya mis ojos se habían acostumbrado a ir a cada momento a la región pálida que quedaba entre el vestido y el moño de una de las viudas. Era una cara quieta que todavía seguiría recordando por algún tiempo un mismo pasado. En algunos instantes sus ojos parecían vidrios ahumados detrás de los cuales no había nadie. De pronto yo pensaba en la importancia de algunos concurrentes y me esforzaba por entrar en la vida del cuento. Una de las veces que me distraje vi a través de las persianas moverse palomas encima de una estatua. Después vi, en el fondo de la sala, una mujer joven que había recostado la cabeza contra la pared; su melena ondulada estaba muy esparcida y yo pasaba los ojos por ella como si viera una planta que hubiera crecido contra el muro de una casa abandonada. A mí me daba pereza tener que comprender de nuevo aquel cuento y transmitir su significado; pero a veces las palabras solas y la costumbre de decirlas producían efecto sin que yo interviniera y me sorprendía la risa de los oyentes. Ya había vuelto a pasar los ojos por la cabeza que estaba recostada en la pared y pensé que la mujer acaso se hubiera dado cuenta; entonces, para no ser indiscreto, miré hacia la estatua. Aunque seguía leyendo, pensaba en la inocencia con que la estatua tenía que representar un personaje que ella misma no comprendería. Tal vez ella se entendería mejor con las palomas: parecía consentir que ellas dieran vueltas en su cabeza y se posaran en el cilindro que el personaje tenía recostado al cuerpo. De pronto me encontré con que había vuelto a mirar la cabeza que estaba recostada contra la pared y que en ese instante ella había cerrado los ojos. Después hice el esfuerzo de recordar el entusiasmo que yo tenía las primeras veces que había leído aquel cuento; en él había una mujer que todos los días iba a un puente con la esperanza de poder suicidarse. Pero todos los días surgían obstáculos. Mis oyentes se rieron cuando en una de las noches alguien le hizo una proposición y la mujer, asustada, se había ido corriendo para su casa.

La mujer de la pared también se reía y daba vuelta la cabeza en el muro como si estuviera recostada en una almohada. Yo ya me había acostumbrado a sacar la vista de aquella cabeza y ponerla en la estatua. Quise pensar en el personaje que la estatua representaba; pero no se me ocurría nada serio; tal vez el alma del personaje también habría perdido la seriedad que tuvo en vida y ahora andaría jugando con las palomas. Me sorprendí cuando algunas de mis palabras volvieron a causar gracia; miré a las viudas y vi que alguien se había asomado a los ojos ahumados de la que parecía más triste. En una de las oportunidades que saqué la vista de la cabeza recostada en la pared, no miré la estatua sino a otra habitación en la que creí ver llamas encima de una mesa; algunas personas siguieron mi movimiento; pero encima de la mesa sólo había una jarra con flores rojas y amarillas sobre las que daba un poco de sol.

Al terminar mi cuento se encendió el barullo y la gente me rodeó; hacían comentarios y un señor empezó a contarme un cuento de otra mujer que se había suicidado. Él quería expresarse bien pero tardaba en encontrar las palabras; y además hacía rodeos y digresiones. Yo miré a los demás y vi que escuchaban impacientes; todos estábamos parados y no sabíamos qué hacer con las manos. Se había acercado la mujer que usaba esparcidas las ondas del pelo. Después de mirarla a ella, miré la estatua. Yo no quería el cuento porque me hacía sufrir el esfuerzo de aquel hombre persiguiendo palabras: era como si la estatua se hubiera puesto a manotear las palomas.

La gente que me rodeaba no podía dejar de oír al señor del cuento; él lo hacía con empecinamiento torpe y como si quisiera decir: "soy un político, sé improvisar un discurso y también contar un cuento que tenga su interés".

Entre los que oíamos había un joven que tenía algo extraño en la frente: era una franja oscura en el lugar donde aparece el pelo; y ese mismo color -como el de una barba tupida que ha sido recién afeitada y cubierta de polvos- le hacía grandes entradas en la frente. Miré a la mujer del pelo esparcido y vi con sorpresa que ella también me miraba el pelo a mí. Y fue entonces cuando el político terminó el cuento y todos aplaudieron. Yo no me animé a felicitarlo y una de las viudas dijo: "siéntense, por favor" Todos lo hicimos y se sintió un suspiro bastante general; pero yo me tuve que levantar de nuevo porque una de las viudas me presentó a la joven del pelo ondeado: resultó ser sobrina de ella. Me invitaron a sentarme en un gran sofá para tres; de un lado se puso la sobrina y del otro el joven de la frente pelada. Iba a hablar la sobrina, pero el joven la interrumpió. Había levantado una mano con los dedos hacia arriba -como el esqueleto de un paraguas que el viento hubiera doblado- y dijo:

-Adivino en usted un personaje solitario que se conformaría con la amistad de un árbol.

Yo pensé que se había afeitado así para que la frente fuera más amplia, y sentí maldad de contestarle:

-No crea; a un árbol, no podría invitarlo a pasear.

Los tres nos reímos. Él echó hacia atrás su frente pelada y siguió:

-Es verdad; el árbol es el amigo que siempre se queda.

Las viudas llamaron a la sobrina. Ella se levantó haciendo un gesto de desagrado; yo la miraba mientras se iba, y sólo entonces me di cuenta que era fornida y violenta. Al volver la cabeza me encontré con un joven que me fue presentado por el de la frente pelada. Estaba recién peinado y tenía gotas de agua en las puntas del pelo. Una vez yo me peiné así, cuando era niño, y mi abuela me dijo: "Parece que te hubieran lambido las vacas." El recién llegado se sentó en el lugar de la sobrina y se puso a hablar.

-¡Ah, Dios mío, ese señor del cuento, tan recalcitrante!

De buena gana yo le hubiera dicho: "¿Y usted?, ¿tan femenino?" Pero le pregunté:

-¿Cómo se llama?

-¿Quién?

-El señor... recalcitrante.

-Ah, no recuerdo. Tiene un nombre patricio. Es un político y siempre lo ponen de miembro en los certámenes literarios.

Yo miré al de la frente pelada y él me hizo un gesto como diciendo: "'¡Y qué le vamos a hacer!"

Cuando vino la sobrina de las viudas sacó del sofá al "femenino" sacudiéndolo de un brazo y haciéndole caer gotas de agua en el saco. Y enseguida dijo:

-No estoy de acuerdo con ustedes.

-¿Por qué?

-...y me extraña que ustedes no sepan cómo hace el árbol para pasear con nosotros.

-¿Cómo?

-Se repite a largos pasos.

Le elogiamos la idea y ella se entusiasmó:

-Se repite en una avenida indicándonos el camino; después todos se juntan a lo lejos y se asoman para vernos; y a medida que nos acercamos se separan y nos dejan pasar.

Ella dijo todo esto con cierta afectación de broma y como disimulando una idea romántica. El pudor y el placer la hicieron enrojecer. Aquel encanto fue interrumpido por el femenino:

-Sin embargo, cuando es la noche en el bosque, los árboles nos asaltan por todas partes; algunos se inclinan como para dar un paso y echársenos encima; y todavía nos interrumpen el camino y nos asustan abriendo y cerrando las ramas.

La sobrina de las viudas no se pudo contener.

-¡Jesús, pareces Blancanieves!

Y mientras nos reíamos, ella me dijo que deseaba hacerme una pregunta y fuimos a la habitación donde estaba la jarra con flores. Ella se recostó en la mesa hasta hundirse la tabla en el cuerpo; y mientras se metía las manos entre el pelo, me preguntó:

-Dígame la verdad: ¿por qué se suicidó la mujer de su cuento?

-¡Oh!, habría que preguntárselo a ella.

-Y usted, ¿no lo podría hacer?

-Sería tan imposible como preguntarle algo a la imagen de un sueño.

Ella sonrió y bajó los ojos. Entonces yo pude mirarle toda la boca, que era muy grande. El movimiento de los labios, estirándose hacia los costados, parecía que no terminaría más; pero mis ojos recorrían con gusto toda aquella distancia de rojo húmedo. Tal vez ella viera a través de los párpados; o pensara que en aquel silencio yo no estuviera haciendo nada bueno, porque bajó mucho la cabeza y escondió la cara. Ahora mostraba toda la masa del pelo; en un remolino de las ondas se le veía un poco de la piel, y yo recordé a una gallina que el viento le había revuelto las plumas y se le veía la carne. Yo sentía placer en imaginar que aquella cabeza era una gallina humana, grande y caliente; su calor sería muy delicado y el pelo era una manera muy fina de las plumas.

Vino una de las tías -la que no tenía los ojos ahumados- a traernos copitas de licor. La sobrina levantó la cabeza y la tía le dijo:

-Hay que tener cuidado con éste; mira que tiene ojos de zorro.

Volví a pensar en la gallina y le contesté:

-¡Señora! ¡No estamos en un gallinero!

Cuando nos volvimos a quedar solos y mientras yo probaba el licor -era demasiado dulce y me daba náuseas-, ella me preguntó:

-¿Usted nunca tuvo curiosidad por el porvenir?

Había encogido la boca como si la quisiera guardar dentro de la copita.

-No, tengo más curiosidad por saber lo que le ocurre en este mismo instante a otra persona; o en saber qué haría yo ahora si estuviera en otra parte.

-Dígame, ¿qué haría usted ahora si yo no estuviera aquí?

-Casualmente lo sé: volcaría este licor en la jarra de las flores.

Me pidieron que tocara el piano. Al volver a la sala la viuda de los ojos ahumados estaba con la cabeza baja y recibía en el oído lo que la hermana le decía con insistencia. El piano era pequeño, viejo y desafinado. Yo no sabía qué hacer; pero apenas empecé a probarlo la viuda de los ojos ahumados soltó el llanto y todos nos callamos. La hermana y la sobrina la llevaron para adentro; y al ratito vino la sobrina y nos dijo que su tía no quería oír música desde la muerte de su esposo -se habían amado hasta llegar a la inocencia.

Los invitados empezaron a irse. Y los que quedamos hablábamos en voz cada vez más baja a medida que la luz se iba. Nadie encendía las lámparas.

Yo me iba entre los últimos, tropezando con los muebles, cuando la sobrina me detuvo:

-Tengo que hacerle un encargo.

Pero no me dijo nada: recostó la cabeza en la pared del zaguán y me tomó la manga del saco.

FIN

El hombre de Vitrubio Leonardo da Vinci. H. 1492


Ubicación: Galería de la Academia de Venecia (Italia)Estilo artístico: Renacimiento
Técnica: Lápiz y tinta.

Dimensiones: 34,2 x 24,5 CM.



Detalles de la imagen 'El hombre de Vitrubio. Leonardo da Vinci. H. 1492'

* Genitales: Los genitales son el centro de la composición cuadrada que se superpone al círculo.
* Ombligo: El ombligo es el punto central desde donde se toma el círculo, que se superpone con el cuadrado. Ambos, cuadrado y círculo, tienen como medida la razón auréa. Para Vitruvio, el cuerpo humano se divide en dos por la zona de los genitales y que el cuerpo humano se compone con la sección aúrea.
* Proporciones: Para Leonardo, una palma eran cuatro dedos, un antebrazo la anchura de seis palmas, un pie la anchura de cuatro palmas o la distancia del codo a la mano de un hombre es una quinta parte de su altura total. Fue uno de los pioneros en utilizar las matemáticas como medida para la proporción anatómica del hombre, uno de los puntos claves del Renacimiento.
* Movimiento: La idea de inscribirlo en un cuadrado y un círculo es hacer ver que pueden darse varios movimientos en el cuerpo humano y estudiarlos. En todos ellos, la relación es que el ombligo queda centrado, sin movimiento. Para Leonardo y Vitruvio era el centro del ser humano.
* Hombre: En el Renacimiento nació la idea del humanismo, del hombre como medida de todo, de la proporción y los cánones. Así, Leonardo nos plantea aquí el hombre proporcionado por excelencia, referente para los artistas posteriores.
* Texto: Leonardo escribe un texto acerca de lo que Vitruvio expone en sus tratados de arquitectura acerca de la proporción (una mano es la proporción de cuatro dedos, un pie la anchura de cuatro manos,...).
* Abajo: Debajo de la figura, pone una escala y un texto donde nos explica que la medida de un hombre con los brazos extendidos es igual a su altura.
* Él: Algunos teóricos han querido ver en el rostro del Hombre de Vitruvio al propio Leonardo, siendo un autorretrato. Pero no se sabe con seguridad.

Dichos populares y Frases hechas


Me llaman la atención!.. me parecen graciosas y a la vez de gran utilidad para cualquier ocasíon. Es por eso que se me dio por publicarlas! espero que las disfruten


  • Agua que no has de beber, déjala correr.
  • Ahogarse en un vaso de agua.
  • Aquí hay gato encerrado
  • Cavar su propia tumba
  • Como quien no quiere la cosa
  • Donde menos te la esperas, salta la liebre
  • ¿Dónde va Vicente? Donde va la gente.
  • El rey ha muerto; ¡viva el rey!
  • Éramos pocos y parió la burra.
  • Estar más colgado que un cuadro
  • Fumar más que la pipa de un indio
  • Hacer algo a la buena de Dios.
  • Mear fuera del tarro
  • No eres más tonto porque no te entrenas
  • No perderse ningún tren
  • Pagar los platos rotos
  • Para un buen trote, cualquier yegua vale
  • Que te folle un pez.
  • Quien siembra vientos, recoge tempestades
  • Tener más años que Matusalén
  • Venir a joder la marrana
  • Viva la pepa
  • Lágrimas de cocodrilo
  • Tienes menos curvas que una pista de aterrizaje
  • Dar la vuelta a la tortilla


Músicos recomendados

Ryūichi Sakamoto: músico, compositor y actor (japonés)

Bill Evans: pianista estadounidense de jazz. Su obra abarca el cool, el post-bop y la música modal. Está considerado como uno de los más importantes pianista de jazz de la historia

Charlie Parker: saxofonista y compositor estadounidense de jazz

John Coltrane: Saxofonista (tenor y soprano) de jazz. Su trayectoria musical, marcada por una constante creatividad y siempre dentro de la vanguardia, abarca los principales estilos del jazz posteriores al bop: hard bop, free jazz y jazz modal.

Billy Drummond: Baterista sutil y de gran sensibilidad. Pertenece a esa nueva generación de músicos llegados al jazz a mediados de los años ochenta y que se entusiasmaron con la música del ultimo periodo de Miles Davis.

Miles Davis: trompetista y compositor estadounidense de jazz.

Marcus Miller: compositor y bajista de jazz.Con 13 años tocaba con habilidad el clarinete, el piano y el bajo, y daba sus primeros pasos en la composición de música Ray Charles: fue un cantante y pianista de Soul, B&B , Jazz. Nacido en Georgia y ciego desde la infancia. John Scofield : guitarrista de jazz y compositor. Scofield tocaba Rythm & Blues, blues urbano, soul y rock and roll de grupos locales, pero pronto se sintió fascinado por la guitarra de jazz y asimiló muy deprisa los estilos de Wes Montgomery, Tal Farlow, Barney Kessel y Jim Hall, todos ellos destacados jazzistas de los sesenta. Eric Johnson: es un guitarrista estadounidense de rock instrumental, aunque en sus grabaciones incorpora elementos de jazz fusión, New Age y country.

Pat Metheny: Guitarrista estadounidense de jazz.Los contextos musicales de Metheny se pueden separar en varias ramas, la principal es su Pat Metheny Group además de varias colaboraciones, duetos, trabajos como solista y otros proyectos alternos.

Louis Armstrong: trompetista y cantante estadounidense de jazz. Gracias a sus habilidades musicales y a su brillante personalidad, transformó el jazz desde su condición inicial de música de baile con raíces folclóricas en una forma de arte popular.

lunes, 6 de abril de 2009


"En un estado verdaderamente libre, el pensamiento y la palabra deben ser libres".

Louis Aragon


CARLITOS MÍSTICO

El ascensor descendía siempre hasta perder aliento
y la escalera subía siempre
Esta dama no entiende lo que se habla
es postiza
Yo que ya soñaba con hablarle de amor
Oh el dependiente
tan cómico con su bigote y sus cejas
artificiales
Dio un grito cuando yo tiré de ellos
Qué raro
Qué veo Esa noble extranjera
Señor yo no soy una mujer liviana
Uh la fea
Por suerte nosotros
tenemos valijas de piel de cerdo
a toda prueba
Ésta
Veinte dólares
Y contiene mil
Siempre el mismo sistema
Ni medida
ni lógica
mal tema
Feu de joie

Versión de Aldo Pellgrini


Reseña biográfica

Poeta, novelista y ensayista francés, nacido en París en 1897.
Después de sus primeros estudios en el Liceo Carnot , ingresó a la Universidad de Paris donde estudió Medicina.
Gran amigo de Breton y de Soupoult, fundó con ellos la revista
"Littérature" en 1919, liderando el movimiento dadaísta y surrealista.
Su primera colección de poemas "Feu de joie" en 1920, hizo eco del propósito de los Dadaístas por oponerse a los valores tradicionales
de las instituciones. Su adhesión al Partido Comunista en 1932 le hizo romper con Bretón y los surrealistas, para convertirse en un gran defensor del realismo socialista. Durante la guerra militó en la resistencia francesa contra el nazismo, sirvió en el frente como auxiliar médico y publicó su famoso poema "Liberté" en 1942.
Su obra también encierra el amor por su esposa Elsa y la gran herida de no haber sido reconocido por su padre.
Desde 1955, desengañado de sus ideales políticos, se dedicó por completo a la literatura, añorando el tiempo de su juventud surrealista.
Falleció en Paris el 24 de diciembre de 1982.