Fragmento "Antígona" Sófocles. Hemón a su padre Creonte..
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HEMÓN.-
Padre, el mas sublime don que de todas cuantas riquezas
existen dan los dioses al hombre es la prudencia. Yo no podría ni sabría
explicar por qué tus razones no son del todo rectas; sin embargo, podría una
interpretación en otro sentido ser correcta. Tú no has podido constatar lo que
por Tebas se dice; lo que se hace o se reprocha. Tu rostro impone respeto al
hombre de la calle; sobre todo si ha de dirigírsete con palabras que no te daría
gusto escuchar. A mi, en cambio, me es posible oírlas, en la sombra, y son: que
la ciudad se lamenta por la suerte de esta joven que muere de mala muerte, como
la mas innoble de todas las mujeres, por obras que ha cumplido bien gloriosas.
Ella, que no ha querido que su propio hermano, sangrante muerto, desapareciera
sin sepultura ni que lo deshicieran ni perros ni aves voraces, ¿ no se ha hecho
así acreedora de dorados honores? Esta es la oscura petición que en silencio va
propagándose. Padre, para mi no hay bien mas preciado que tu felicidad y buena
ventura: ¿qué puede ser mejor ornato que la fama creciente de su padre, para un
hijo, y que, para un padre, con respecto a sus hijos? No te habitúes, pues; a
pensar de una manera única, absoluta, que lo que tú dices —mas no otra cosa—,
esto es lo cierto. Los que creen que ellos son los únicos que piensan o que
tienen un modo de hablar o un espíritu como nadie, éstos aparecen vacíos de
vanidad, al ser descubiertos. Para un hombre, al menos si es prudente, no es
nada vergonzoso ni aprender mucho ni no mostrarse en exceso intransigente; mira,
en invierno, a la orilla de los torrentes acrecentados por la lluvia in vernal,
cuántos árboles ceden, para salvar su ramaje; en cambio, el que se opone sin
ceder, éste acaba descuajado. Y así, el que, seguro de si mismo, la escota de su
nave tensa, sin darle juego, hace el resto de su travesía con la bancada al
revés, hacia abajo. Por tanto, no me extremes tu rigor y admite el cambio.
Porque, si cuadra a mi juventud emitir un juicio, digo que en mucho estimo a un
hombre que ha nacido lleno de ciencia innata, mas, con todo —como a la balanza
no le agrada caer por ese lado—, que bueno es tomar consejo de los que bien lo
dan.
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